Venta de chalet independiente en Avenida Central de las Farolas, 13, Mijas

Hay sueños y hay destinos. Y luego está , que no es ni una cosa ni la otra, sino una sensación. Una ráfaga de calma en mitad de todo el ruido, un rincón en Mijas Costa donde el Mediterráneo no sólo se ve, sino que se vive. Desde que entras por la puerta, no te preguntas cómo lo han hecho, sino por qué no lo hicieron antes. La villa es un poema dividido en cuatro estrofas: el sótano, la planta baja, la planta alta y el solárium. Cada una tiene su propia música, pero juntas componen una sinfonía de elegancia y confort. En el sótano el tiempo se detiene. Con 58 metros cuadrados para lo que quieras: un gimnasio, una sala de juegos donde los niños (o los mayores) se olviden de todo, o una sala de cine donde la única oscuridad es la de la pantalla. Además, un dormitorio con baño en suite convierte este espacio en un lugar independiente para invitados o familiares. Sin olvidar una lavandería práctica y un aseo que te susurran al oído: aquí nada falta. Subes y te encuentras con el corazón de la casa, un espacio abierto donde el salón, la cocina y el comedor se mezclan sin complejos. Todo se baña en una luz que parece venir de un Mediterráneo celoso de quedarse fuera. El dormitorio principal tiene ese aire de refugio silencioso que buscas al final del día, con su baño propio para que no tengas que compartir más que lo justo. Afuera, un jardín que no es jardín sino un trozo de paraíso y una piscina que no es piscina sino un guiño al cielo. En la planta alta se encuentra el descanso que todos merecemos. Dos dormitorios que no son habitaciones, sino promesas de noches perfectas. Cada uno con su baño, porque no siempre hay que compartir. Y luego está la terraza, que es una declaración de intenciones: aquí vienes a mirar, a escuchar, a no hacer nada. Y cuando creías que no se podía mejorar, subes al solárium. Aquí no hay tiempo. Sólo un jacuzzi que parece mirarte, tumbonas esperando a que te derrumbes sobre ellas, y un horizonte que te recuerda que, en el fondo, la vida no está tan mal. La brisa te acaricia, y todo cobra sentido. En esta propiedad cada metro cuadrado habla. Desde el ascensor que te lleva a cualquier rincón, hasta el suelo radiante que te abraza incluso en invierno. Todo está pensado para que tú sólo pienses en disfrutar. Y lo mejor es que no tienes que elegir: estás a un paso del Chaparral Golf Club, de restaurantes, de playas que huelen a verano, de Marbella, de Málaga, de todo. Pero cuando estás aquí, el mundo se queda fuera. Y no quieres que entre. Porque no es una villa. Es un latido. Un momento. Una vida.